En el centro de Palma de Mallorca esperan a Carlos Chacón en su restaurante de confianza. Un encantador lugar donde le reciben sus profesionales sonrientes y complacientes, atentos a uno de sus mejores y más distinguidos clientes. Aunque para la ocasión, haya venido con sudadera y botas de motorista. Pero es que sólo es 28 de diciembre. Y Carlos me habló muy en serio de preciosas anécdotas, de la niñez, de su juventud en Nueva York, de olores y otros recuerdos.
Deliciosa empanada casera, almejas, pescado, albariño y gin tonic (“el mejor que nunca habíamos tomado” coincidimos los dos). A Carlos Chacón le gusta ir al mercado con sus hijos de 12 y 14 años y cocinar pescado, carne a la piedra y pasta.
Disfruta de los buenos whiskeys, de la ginebra Ginebra Monkey 47 con Fever Tree y de los dry martinis, “la cantidad perfecta son tres”, puntualiza.
Carlos Chacón dejó Cuba cuando tenía tres años con sus padres ya separados. Él se instaló con su madre en el barrio de Queens en New York y su padre en Miami. De su infancia y juventud recuerda sobre todo los pepinillos, barriles de pepinillos de las tiendas de los griegos que le encantaba comer. Su olor aún le lleva la vida en aquel barrio donde con su madre creció entre una mezcla enriquecedora y sabia de cultura cubana, judía … Barrio obrero, hijo único, una vida fraguada en las calles, comiendo bocadillos del colegio a casa y mirando escaparates aún inaccesibles.
Ahora con sus hijos se esmera y les echa de menos cuando no están. Su ausencia le abruma y ellos le piden que cuando vuelva de viaje si están dormidos, les haga un nudo en la sábana. Así, ellos al despertar, sabrán que su padre ha estado allí, velando sus sueños.
Casado por tres veces, niños, perro (llamado Sincu), y barco que disfruta con todos y al que le gusta recalar de vuelta del trabajo. “Me gusta ir y pensar. Adoro navegar. Me encanta vivir en la isla. Me da seguridad y libertad para hacer lo que me gusta”.
Carlos Chacón, por todo esto, es templanza y equilibrio. Ha logrado aupar en España a una gran empresa de pedigrí empresarial. Es el orgullo de mucha gente que le quiere. Y pocas veces me he sentido más relajada y bien hallada que en esta entrañable comida. Gracias.
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