Ayer me fui a estrenar el Bingo Dinámico con mi amigo Manuel Matamoros. A las ocho de la tarde llegamos a una de las Salas de Bingo del centro de Madrid y esto fue lo que me encontré…
Nada más llegar a la puerta una amable señorita explicaba la novedad a todo el que se disponía a entrar en la Sala. Con paciencia y sencillez ofrecía unas justas indicaciones que invitaban a jugar con toda normalidad y alabando las nuevas ventajas para el jugador.
Al entrar, la Sala llena. La mayoría, mujeres de todas las edades, asiáticos, un responsable de otra Sala madrileña jugando de incógnito y los empleados que con una sonrisa nos ofrecían el balance del primer día del Bingo Dinámico: “La gente se va enterando. Parece que lo cogen bien. Hay alguna queja pero dentro de lo normal teniendo en cuenta los pocos cambios que han llegado al bingo en todos estos años”.
Como jugadora ocasional del Bingo disfruté en las dos horas que allí estuvimos. No noté gran diferencia con el bingo tradicional y me quedé con ganas de más. La única incidencia destacable fue un señor que protestó sentado cuando se cantó Bingo desde megafonía: “¡El Bingo se canta en la mesa!”, sentenció en voz alta. La Sala, acto seguido, informaba desde las pantallas que con la nueva Reglamentación del Bingo ya se puede avisar de un premio sin esperar a que se cante en la mesa.
A las diez menos cuarto, el infiltrado de otra Sala abandonó su sitio. Nosotros, seguimos tachando números mientras me regocijaba y reía con el juego y comentarios ante la retorcida mirada de alguno de mis compañeros jugadores. Nos fuimos de la Sala a las diez con un lleno aceptable y la tranquilidad de ver que los clientes jugaban complacidos sin siquiera notar que ayer eran protagonistas de un día histórico para el Bingo.
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