Permítanme una pequeña introducción acerca de un negocio distinto al de los lectores habituales de www.infoplay.info. Me pregunto qué sería de la industria de las piscinas si se dejara dominar por titulares como los siguientes, recogidos en cinco minutos en la búsqueda de Google:

“En verano el número de accidentes en piscinas públicas y comunitarias aumenta, más del 65% de las victimas por ahogamiento en piscinas son menores de 6 años y en los últimos años se alerta de un aumento de casos de lesión medular por accidentes en piscinas” (http://www.rdiserviciosjuridicos.com/accidentes-en-piscinas/)

“El Ayuntamiento de Alcorcón se suma a la campaña de prevención de accidentes en piscinas puesta en marcha por la RF de Salvamento y Socorrismo, en colaboración con la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), con el objetivo de reducir el número de muertes por ahogamiento que cada año se producen en España y que en 2017 ya supera el centenar de personas” (http://www.estrelladigital.es/articulo/madrid/campana-prevencion-accidentes-piscinas-real-federacion-salvamento-socorrismo/20170526194310321120.html

“El problema está vigente durante todo el año, pero con la llegada del verano adquiere protagonismo: a falta de datos oficiales, los expertos en gestión de ámbitos acuáticos aseguran que el año pasado murieron en España cerca de 500 personas en piscinas públicas y privadas, en parques acuáticos y en las playas de todo el litoral español. Los perfiles más vulnerables, dicen, son los niños varones de uno a cuatro años de edad y los adolescentes de entre 14 y 19”

"En España no se aplica la reglamentación de seguridad adecuada a pesar del coste en muertos y heridos graves", lamenta …, presidente del Consejo Superior de Normalización y Seguridad Integral en Piscinas”. (http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/500-ahogados-las-playas-piscinas-espanolas-ano-5126992

Desde luego, esto es un horror: 500 muertos al año, muchos niños y adolescentes, lesiones medulares, incumplimiento de las normativas. Hay que cerrar las piscinas (y los parques acuáticos, y las playas). Se desprende también, de las citas anteriores, que siempre hay un emisor con intereses muy concretos sobre las piscinas.

Por suerte para las piscinas, todo el mundo entiende que son una alternativa de ocio, muy deseable en verano. Como toda actividad humana tiene riesgos y costes, en muchos casos por imprudencia, lo que también se comprende.

Hay una diferencia entre la industria acuática y la del juego: los medios informativos suelen ver las piscinas como una actividad lúdica, pero esos mismos medios -y a veces, los del propio sector- subrayan los aspectos problemáticos del juego. Seguramente las empresas de juego tienen alguna responsabilidad porque deberían “venderse” como una actividad económica y de entretenimiento en un país turístico, pero esta es la realidad.

Por suerte para la higiene mental, para evitar que creamos que España es un pozo de todos los problemas, se ha asentado el dato de que en España las personas en el umbral del juego problemático no pasan del 0.3% de la población entre 18 y 75 años. Es uno de los países con menor tasa del mundo, con Suecia, Noruega, Francia, etc. Múltiples investigaciones de varios autores (incluso algunos que suelen dar números más elevados) y con distintas metodologías confirman este dato en los últimos años, en estudios patrocinados por al DGOJ, Generalitat de Cataluña y la Asociación de Jugadores Rehabilitados de Álava, por citar algunos y, por supuesto, de la Fundación Codere. Aún así hay cierto ruido. Estos días, en varias entrevistas con medios de comunicación a cuenta de los datos de la VIII edición del estudio Percepción Social sobre el Juego de Azar en España observé que los periodistas entran afirmando que hay un grave problema, cuando se precisan los datos se decepcionan. Uno de ellos, a micrófono cerrado, dijo que le había pinchado un titular. Vaya con los titulares.

De una manera un poco extraña, observo que la “presión” se desliza al juego online. He afirmado, con datos de la DGOJ, que el juego online no tiene un potencial adictivo apreciable. Recurriré a los datos de la edición de 2015 del excelente estudio Análisis del perfil del jugado online (DGOJ) (utilizaré sólo los datos de 2015, última edición publicada, para evitar hacer estimaciones):

- Al acabar 2015 había 2,4 millones de clientes registrados en webs de juego online.

- Los que habían accedido durante 2015 a alguna web de juego ascendían a 985.333, es decir, los que efectivamente jugaron alguna vez (aunque sea una) fueron menos de la mitad de los registrados. Es sencillo, como con casi todo: mucha gente simplemente curiosea y no compra nada.

- La media de clientes activos durante un mes medio en 2015 fue 407.063, que se conectaron al menos una vez en el mes. Esto quiere decir que de los inscritos que acceden alguna vez durante el año, menos de la mitad se conecta cualquier mes. Todo lo contario a los comportamientos compulsivos que se atribuyen sin fundamento.

- De los 985.333 que habían accedido a alguna web de juego online en 2015, un 83,5% hicieron depósitos, es decir, más de un 16,5% eran cazadores de ofertas, juegan sólo con los bonos que ofrecen las webs, cuando los agotan, se van. Estos datos se repitieron sin apenas variación en 2014 y 2015. Esto también pasa en otros mercados. Los cazadores de ofertas existen siempre, y tienen mucho control sobre sí mismos.

- Casi un tercio de los juegan online retiraron depósitos, es decir, parecen ganar (el 32,8%).

- De los clientes activos de webs de juego online en 2015, 524.696, es decir, el 53,2% jugaron menos de tres meses, es decir, nueve meses del año ni siquiera accedieron a una web de juego.

- En sentido inverso, 131.697 jugaron alguna vez en once o doce meses, es decir, el 13,3% de los inscritos. Suponen el 0.4% de la población entre 18 y 75 años.

Sin entrar en más disquisiciones un poco tediosas, lo anterior indica que la inmensa mayoría de estas personas no tienen ningún problema relacionado con el juego online. Se conectan y desconectan cuando quieren, y en gran cantidad de casos parecen olvidarlas.

Un dato adicional, en el estudio Percepción Social sobre el Juego de Azar en España, del Instituto de Política y Gobernanza de la Universidad Carlos III, patrocinado por la Fundación Codere, sólo 2 individuos, sobre una muestra de 606 que habían jugado online en los dos meses anteriores (enero 17 y diciembre 16) teclearon tener menos de 18 años. Se trata de una proporción exigua, el 0,3%, que viene a demostrar que las medidas de control sobre el acceso a las webs online funcionan eficazmente. Salvo que se tengan pruebas en contrario, no convendría arrojar dudas sobre la fiabilidad de los sistemas de control de acceso. Por otro lado, me pregunto, si un menor accede con el DNI de su padre a una web de juego online o de comercio electrónico y se compra un Ferrari, ¿de quién es responsabilidad? Sólo en una sociedad en la que parece que todos hubiéramos decidido que no tenemos responsabilidad sobre nuestros actos o lo que nos rodea se podría admitir que es del Estado o de la web, de lo pasa en casa de uno, los padres tienen alguna responsabilidad.

Para acabar, retomo un titular de la entrevista que el domingo 18 de junio publicó El País con el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete: “la vida analógica, la que conocemos, y la vida digital se están fusionando”. En el tema que nos ocupa, el cliente puede aparecer por la sala o por la web -desde la piscina-, pero es el mismo cliente. Internet (el PC, el iphone, las tabletas) forma parte de nuestra vida. Convivimos en el mundo físico y en el ciberespacio. El cambio similar al del paso de la sociedad agraria a la industrial, el hábitat cambió totalmente.



José A. Gómez Yáñez

Estudio de Sociología Consultores.

Profesor de Sociología en la Universidad Carlos III