Club de Convergentes se ha prestado a aportar sus reflexiones acerca del documental que el próximo sábado emitirá RTVE en su programa La Noche Temática y que acusa a la Industria del Juego de manipular y construir las máquinas para convertirlas en un material altamente adictivo.
Aquí están sus conclusiones:
El resumen que ha publicado INFOPLAY de lo que va a ser el reportaje es indignante, por lo que se supone que el reportaje lo va a ser también.
Por lo que hemos podido ver en el resumen, se trata de un refrito de declaraciones de ciudadanos, que ni siquiera son españoles, que parece que son o han sido jugadores, y también de otros sujetos con presunta "capacidad de opinión" sobre el tema. Pero no se presenta ninguna evidencia ni apoyo de las manifestaciones que se lanzan.
Se dice textualmente que en las máquinas "las posibilidades de ganar son inferiores a cualquier otro tipo de juego de azar". No es cierto, por ejemplo las loterías públicas o semipúblicas devuelven entorno al 50% en premios. Una máquina se mueve en retornos mínimos del 70% en bares, o del 80% en locales de juego, y en este último caso los retornos reales están normalmente por encima del 90%.
Otros comentarios textuales dicen que "son máquinas diseñadas para manipular", "cuidadosamente programadas para crear adicción", "son cocaína electrónica", "existe una red organizada de matemáticos, músicos, diseñadores, que trabajan con un único objetivo: asegurarse de que el jugador siempre termine perdiendo".
Todo lo anterior tampoco es cierto. Y en este punto, la asociación española de fabricantes de máquinas y sistemas CLUB DE CONVERGENTES tenemos mucho que decir: los fabricantes ponemos especial cuidado en diseñar nuestros productos. Y para ello contratamos a los mejores matemáticos, programadores, diseñadores, y resto de profesionales, justo lo necesario para conseguir la mejor máquina, que luego va a rivalizar con otras en la calle, como no podría ser de otra manera en un mercado abierto, y en sana competencia. Ese es el motivo. No es para manipular, enganchar o hipnotizar a los usuarios, como se dice en el reportaje, sino para que los operadores cuenten con buenas máquinas, que puedan ofrecer a sus clientes, para conseguir una oferta de ocio que rivalice con otras existentes en el mercado, como son espectáculos, cines o restaurantes.
Porque de lo que se trata al final es de entretener a un público mayor de edad y sin problemas personales de adicción, que es la mayoría de la población española: según el estudio de prevalencia de la DGOJ, solamente el 0,3 % de la población española serían jugadores patológicos; pues entonces, el 99,70% de la población practicaría el juego saludable. Y este jugador saludable es al que nos dirigimos, que elige consciente y libremente esta opción de ocio, entre otras existentes.
Que lo anterior es así lo garantizan nuestras Autoridades de juego, nacionales y autonómicas, que por un lado someten a nuestras máquinas a unas exigencias de homologación y autorización que garantizan que las mismas no rebasan los límites reglamentarios (estos límites reglamentarios no son otra cosa que la limitación técnica y de potencia que deben tener las máquinas, para garantizar la salud pública y una oferta de juego moderada, en dependencia de su local de instalación). Y estas mismas Autoridades también garantizan, con la existencia de los registros de autoprohibiciones, que si algún usuario tiene problemas con el juego pueda incluirse fácilmente en los mismos, inclusión esta que le garantizará la imposibilidad de participar en cualquier tipo de juego.
Es bastante triste que la televisión pública dedique un programa de este tipo al juego, mostrando una vertiente errónea, sesgada y sensacionalista. Ello nos debe hacer reflexionar sobre la visión o política de este ente, que por cierto se financia con los impuestos de todos los españoles (dentro de los cuales también están los 1.100 millones que la industria del juego privado ha pagado en 2016). Pero también evidencia que nuestra Industria, a día de hoy, ha sido incapaz de hacer llegar a la sociedad un mensaje claro, real y potente, sobre su auténtica realidad. Sin duda, de existir este mensaje, y haberlo sabido lanzar, lo mismo algún responsable de este medio televisivo se plantearía, antes de programar y planificar la emisión del programa, contrastar su contenido con datos, realidades y opiniones de la Industria española.
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