Valladolid, día 5. Dos grados al bajar del tren. Me dispongo a pasar la tarde en uno de los Bingos del Grupo Ballesteros. El Bingo Olid ha celebrado durante los días de puente unos días especiales por su reinauguración. En el taxi, comienzo a sentir el pulso del Grupo Ballesteros asentado en toda Castilla y León y lo que viene… “¿Va usted al Hotel que tiene el Bingo Olid?”, me dice el taxista. “No. Voy al Bingo. He venido a Valladolid desde Madrid para ir al Bingo del señor Ballesteros”. “¡Ah, sí!. Todos los Bingos de por aquí son suyos. Son los de toda la vida… y no deja de ir gente, ¿eh?”. “¿Y usted?”, le pregunto. “Yo, también. Me gusta ir a jugar una partida. ¿A quién no le gusta el Bingo?”. “Pues ya le diré al Señor Ballesteros lo bien que habla usted de sus locales a sus clientes del taxi…”. Rió y me bajé contentísima a refugiarme en un cálido local que ha impuesto su estética al Hotel que le cobija y que me abría sus puertas con calor y amabilidad...
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