Los más de 50 trabajadores del organismo en Ourense han sido los últimos en alzar la voz contra su empleador, acusado de retroceder en cuanto a las condiciones laborales que ofrece.
Que bajan turbias las aguas en el seno de la Organización Nacional de Ciegos no es algo desconocido; la precarización del trabajador empieza a tener un eco mediático importante que le está haciendo un flaco favor a su propia imagen. Con el agravante de que llueve sobre mojado, si usted consulta las hemerotecas recientes apreciará el fenómeno con claridad.
Los últimos en alzar su voz han sido el casi medio centenar de trabajadores de la entidad en Ourense. Un colectivo pequeño que considera que sus intereses se ven menoscabados por la competencia que encuentran en la propia compañía; distribuye sus productos en otros canales físicos complementarios. Eufemismo que esconde una situación compleja e injusta para el trabajador. En estancos y oficinas de correos también se pueden encontrar los mismos productos que son vendidos por trabajadores que a la vez se quejan de una mayor precariedad en sus empleos, con salarios bajos, rutas diarias de hasta 140 kilómetros en algunos casos, dobles escalas salariales y objetivos imposibles. Por ejemplo, tener un sueldo de apenas 800 euros pero unos objetivos de más de 4000 al mes.
El sindicato de trabajadores CCOO también pone el dedo en la llaga al hablar de “contrato junior”, al parecer, la única modalidad que hay para acceder el empleo que ofrecen.
Algunos se preguntan dónde está ese carácter social de los inicios de una Organización que supo entrar en los hogares españoles, y que actualmente y a tenor de la repercusión mediática de sus actos, parece andar a la deriva, sin ética y contra sus propios principios, como denuncia uno de los trabajadores afectados en Ourense. Muchos como él piensan que lo que nació como carente de ánimo de lucro, ahora parece destinado a financiar las pérdidas ocasionadas por Correos, especialmente desde 2015, momento en el que se recrudecieron sus presiones al trabajador.
Los trabajadores de Ourense se adhieren a una larga lista de damnificados en el seno de una Organización que últimamente acapara titulares más por omisión que por acción. Y eso que sigue gozando de ventajas comparativas muy apreciables, como la ocupación del espacio público. Claro que también se ha denunciado últimamente cómo sus vendedores se exponen a las inclemencias meteorológicas mientras los quioscos llevan meses, e incluso años, cerrados a cal y canto. Muchos frentes abiertos, y pocos tienen connotaciones positivas en la reciente coyuntura.
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