Ayer publicábamos un interesante texto sobre medios de pago sin efectivo de Enrique Navarro para el Club de Convergentes. Hoy ahondamos en el mismo tema a partir de un documento de Euromat, que representa al sector privado del juego presencial en Europa (operadores y fabricantes). La revolución que seguramente acabará con el efectivo en las salas de juego y hasta en los bares, o lo dejará en un reducto poco representativo del mercado, preocupa e ilusiona a partes iguales…
Bahar Aleaddini, la autora del documento, es partner en Harris Hagan (la única firma de abogados de la City de Londres dedicada exclusivamente a servicios jurídicos para la industria del juego y del ocio) y está especializada en legislación sobre juego, tanto presencial como online. Asesora a fabricantes de máquinas, grandes operadores B2C y B2B, pequeños operadores, inversores e instituciones financieras. Hemos resumido y traducido sus valiosas opiniones sobre el tema:
El mundo está loco, loco, loco… y no lleva cambio encima. El efectivo ya no reina y las tarjetas de crédito y débito han superado a los billetes y monedas en Reino Unido, gracias a la innovación en tecnología financiera (la finanz-innovación) impulsada por el auge de los pagos contactless y por el sistema Apple Pay: un auténtico cataclismo.
Los famosos taxis negros se han visto obligados a aceptar tarjetas de crédito para poder competir con Uber, Amazon tiene tiendas sin cajeros, los padres dan la paga a los hijos a través de aplicaciones de móvil, los bitcoin han creado de 35 a 200 nuevos billonarios y la seguridad real necesita de ciberseguridad, que ha dejado de ser una idea de película.
En el sector del juego presencial esta revolución se traduce en llegar a ser cashless. Las transacciones en efectivo bajan en el mercado aproximadamente un 11% al año y se espera que lleguen a ser un 43% para la próxima década: el 57% restante se calcula que será pago por tarjeta.
En Suecia, el 80 % de las transacciones se hacen con tarjeta, incluso el acceso a urinarios públicos, y muchos bancos no tienen caja en efectivo y no aceptan depósitos en esa modalidad. La aplicación “Swish” permite transferir dinero directamente y sin cargos teniendo solo el número de teléfono del destinatario… Hasta Dios acepta donaciones por Swish en las iglesias.
En enero de 2017, la Comisión Europea puso en pie un mapa de ruta de su iniciativa sobre restricciones a los pagos en efectivo para evitar el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo entre otros delitos. Incluso se ha discutido la posibilidad de abolir el efectivo, por su idoneidad para hacer transacciones anónimas, pero se ha considerado desproporcionado.
Aunque puede que estemos abocados a una sociedad sin efectivo y hay una decadencia clara, aún está lejos de ser posible para la mayoría de los estados europeos y supondría grandes retos. En el este de Europa y en Grecia se cifran en un 90% los pagos en efectivo. En Alemania, Italia y España la cifra es del 70% o más, mientras que en Finlandia, Francia, Suecia y Reino Unido es el 50% o menos.
A los consumidores les atrae la idea de no llevar efectivo, así que los operadores de juego tienen que modernizarse para seguir siendo relevantes y competitivos.
Pero según bajan las operaciones en efectivo en los pubs baja también el uso de sus máquinas de juego, un 1,2% el año pasado: no parece una coincidencia. Aunque las primeras tarjetas contactless se introdujeron en Reino Unido en 2007, la legislación sobre juego, cada vez más obsoleta, no tuvo en cuenta estos cambios.
Regulación en Reino Unido
Las máquinas de juego no permiten tarjetas de crédito o débito, para evitar que los consumidores apuesten más de lo que se pueden permitir. La prohibición está fuertemente justificada en el caso de las de crédito, que a menudo permiten gastar grandes cantidades de dinero sin restricciones, pero hay más dudas en las de débito. Estas tampoco se permiten directamente en las máquinas, aunque sí se pueden usar otros sistemas como la compra de crédito para smartcards a través de la tarjeta bancaria, porque se entiende que es un paso más en la decisión de apostar, una opción menos impulsiva.
Los puntos clave son: que la máquina no acepte tarjeta de débito directamente y que el jugador no pueda apostar seguido, sin interrupciones. Es una época de aumento de la regulación y no es suficiente con cumplir la letra de la ley.
Lo que dice La Gambling Commission (el organismo que regula el juego y la lotería nacional junto con las autoridades que otorgan las licencias)
La Gambling Commission (desde ahora, “la Comisión”) tiene que permitir el juego en la medida en que sea razonablemente coherente con los objetivos de las licencias concedidas. Eso supone una postura precavida en una industria ya de por sí muy regulada. En la Comisión dicen estar abiertos a la innovación y reconocen en su Plan de Innovación obligatorio que el reto es “avanzar hacia permitir los nuevos usos de la tecnología mientras se crea nueva regulación proporcionada para proteger los objetivos de las licencias”. Su Estrategia Corporativa 2018-2021, recientemente publicada, resalta la necesidad de poner el foco en “la persona, el producto y el lugar en que suceda el juego”.
El problema es que mientras no haya guías publicadas sobre las tecnologías cashless, la Comisión tendrá poder, incluso si se opera según las normas existentes, de hacer cosas como “pedir” a un operador de juego que retire algún producto por su sacrosanta autoridad.
Minimizar el daño
Ya vemos lo importante que es para el regulador que el jugador tenga pausas en el juego para poder reflexionar. ¿Se puede demostrar con estudios esa conexión entre la falta de pausas y el juego menos responsable? En cualquier caso es la idea que predomina en un momento en que la imagen de la industria es muy negativa.
Según hemos visto, se busca crear pasos añadidos para decidir más racionalmente las apuestas, animar al jugador a hacer descansos de la máquina e interactuar con otras personas, tener en cuenta el contexto (no es lo mismo jugar a una recreativa que apostar a las tragaperras bebiendo cerveza en el pub), considerar si hay mayor riesgo de blanqueo de dinero y establecer una política para gestionar las retrocesiones de las tarjetas en los bancos.
Europa
Los países europeos tienen muy distintos índices de penetración de los sistemas de pago sin efectivo. Italia es de los más reacios, a pesar de que prohibieron los pagos en metálico a partir de los 1000 euros en 2012 y exigen que se pueda pagar por tarjeta en los comercios a partir de 30 euros.
Conclusiones
¿Está el sector del juego preparado para la innovación tecnológica financiera? Debe estarlo, porque su futuro depende de ello, pero los reguladores son por naturaleza seres cautos y reacios a percibir el juego como una actividad legítima.
Hay que recordar en cualquier caso que el interés prioritario es el del jugador, proteger a las personas vulnerables y promover el juego responsable desde la base en cualquier desarrollo comercial. Mientras la Comisión no apruebe expresamente nuevos productos son los operadores los que de forma proactiva deben innovar en los pagos sin efectivo y hacerlo de forma responsable.
El gobierno de Reino Unido debe hacer más reformas legislativas sobre juego; hay que trabajar juntos a nivel europeo para establecer el derecho a usar la tecnología cashless en el sector del juego y los reguladores deben atreverse a ver que la innovación posibilita mayor protección para el usuario.
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