El sector lleva un año defendiéndose. Cada día. Y ya no vale decir que lo mejor es un buen ataque. La industria del juego debe exhibir su voluntad de cooperar, aportar, crecer, retribuir y empatizar. En positivo. Hay que salir de la trinchera y buscar horizontes más luminosos, cooperativos, transversales, sociales, cercanos pero siempre desde la robusta industria que tanto cuenta en el panorama del sector productivo español.
Las ratoneras en las que pretenden meter a la industria son taimadas y con un buen queso dentro para ir mordiendo a cada embestida. Cada mordisco es veneno. ¿Dejaremos de picar el anzuelo? ¿Se dejarán de cavar trincheras cada vez más profundas y más oscuras? Cuanto más se cava más hundido se está...
No hay un dato científico que corrobore la supuesta alarma social. Ninguno. Y la industria anda impávida sin retomar el testigo de la Fundación Codere. Probablemente fue la obra más inteligente que se ha hecho en la industria y la de más prestigio. Ahora no hay referentes. Ni datos, ni Universidad que echarse por montera. Ni nada. Sí tenemos buenos portavoces, Carlos Duelo, Alejandro Landaluce, Cristina García… todos ellos son magníficos transmisores mediáticos sólo hace falta no enredarse en argumentos negativos (
véanse las declaraciones ayer en este mismo medio de la portavocía autorizada por nuestro Consejo Empresarial del Juego).
La industria tiene que liderar el camino hacia la transformación, la buena gobernanza, la recuperación de los valores (no sólo los del Juego Responsable) y el fomento de los hábitos saludables. Y no son palabras huecas. Hay de sobra asociaciones bien posicionadas en los medios y con voz propia. Ahora hay que reconducir esa voz y ese impulso para replantearse el fondo de lo que se dice, a quién y cómo. Y no es tan difícil.
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