David Ramírez, socio de PwC Legal y Fiscal, adelanta en prensa generalista que habrá más casos similares, a causa del “apetito inversor”, de una liquidez que busca una rentabilidad que no puede obtenerse de la renta fija y “compañías que buscan recursos para crecer o con accionistas que quieren hacer caja”. Se trata, añaden, de empresas que han ganado valor tras hacer los deberes durante la crisis, pero todo dependerá de los precios, “que se pueden llegar a disparar y de hecho, ya ha habido procesos de venta que se han quedado desiertos”.
KPMG, otra gran fuente de datos experta, añade en boca de su socio responsable Fernando Serrate: “el momento es proclive a las operaciones corporativas, gracias al atractivo de muchas empresas para los inversores, la amplia liquidez existente en el mercado y unas condiciones de financiación ventajosas, con unos tipos de interés en mínimos históricos".
Las dificultades de la empresa familiar están claras: “las empresas familiares se enfrentan a retos que pasan por la profesionalización, la internacionalización, la mejora de la rentabilidad y la transformación de sus modelos de negocio en un entorno marcado por la disrupción tecnológica". Es una combinación que hace que "todo cuadre", agrega el representante de PwC. En el último barómetro de la empresa familiar que elabora KPMG, el 6% se planteaban vender a terceros en un plazo de 12 meses”, continúan en El Periódico.
Otro motivo es el cambio de la ley de sociedades de capital en enero de 2017, que permite a accionistas minoritarios el derecho de separación cuando no se apruebe el reparto de beneficios en las sociedades no cotizadas.
La noticia de El Periódico destaca también la importancia de tener socios comprometidos, incluso aunque no estén en el consejo de administración, y la dificultad de superar la tercera generación, sobre todo si no se ha planificado bien la sucesión o si la bolsa se ve como la salida más razonable.