Alberto Garzón, ministro de Consumo, ha cumplido ayer por la mañana con una agenda de actividades relacionadas con Extremadura que incluyen declaraciones a los medios con relación a los proyectos que tiene su despacho a corto, mediano y largo plazo.
El ministro volvió a arremeter contra el sector del juego privado (QUE NO ES SU COMPETENCIA), al cual acusa de permitir la entrada de menores de edad en los establecimientos porque las tareas en la entrada también las realiza "el camarero", desconociendo que hay justamente máquinas de control de acceso HOMOLOGADAS por las Comunidades Autónomas.. Además, minimiza la oferta de juego ilegal y dice que no es un motivo de preocupación en España.
Con los actos vandálicos de estas semanas en Madrid no sabemos si son las palabras más adecuadas para calmar los ánimos pensando también en la clase trabajadora -acosada- que siempre defiende (y defendemos). Y por otra parte, siempre se agradecería que se dieran datos concretos y no se hablara de "muchísimos" en un lenguaje poco riguroso para alguien con tanta responsabilidad.
En dicha intervención, y en el caso de las apuestas deportivas, alertó sobre el aumento de esta actividad e insiste en que implican más riesgo para la población vulnerable pues tiene premios inmediatos. En este sentido, llama poderosamente la atención la nula alusión a los rascas de las ONCE como verdadero juego con premio inmediato.
Como parte de su justificación para estas afirmaciones, habla de estadísticas en abstracto que nada tienen que ver con estudios oficiales y contrastados que indican que el juego problemático en España no supera el 0,3 % y que es una cifra que se ha mantenido estable.
O sin ir más lejos, el propio estudio EDADES del Ministerio de Sanidad de 2019 donde se rebaja el índice de juego problemático y se indica que aquí a lo que se juega mayoritariamente es a Loterías públicas y Rascas. ¿Será por qué es más fácil acceder a ellos?
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