En un reciente estudio titulado "¿El juego es como un virus?", Mariano Chóliz presenta un aberrante marco conceptual para justificar el tratamiento del trastorno por juego a través de la sanidad pública. Busca corroborar algunos de sus peligrosos postulados donde sostiene que lo mejor es algo así como esconder el juego para evitar la tentación.
Plantea la analogía del juego como un virus y destaca la importancia de abordar el trastorno por juego desde una perspectiva de salud pública. Así como el COVID-19 es causado por un agente externo, este estudio sugiere que la ludopatía también puede ser considerada una enfermedad generada por un "virus del juego". Este agente ya existía, pero ciertas condiciones ambientales favorecen su propagación. Para prevenir la ludopatía, se plantea que las estrategias deben limitar la disponibilidad y accesibilidad a los juegos de azar.
El estudio evaluó los efectos de las medidas anti-COVID en la frecuencia de juego y el desarrollo de la ludopatía en 2.903 personas.
Sostiene que las medidas restrictivas contra el COVID-19 funcionaron para prevenir la consolidación de hábitos de juego y la aparición de la ludopatía. Sin embargo, no parecieron ser suficientes para las personas que ya tenían este trastorno.
El apocalíptico estudio respalda la hipótesis de que, al igual que el virus SARS-CoV-2 es responsable de la pandemia global de COVID-19, la ausencia de una vacuna efectiva para el "virus del juego" podría llevar a una epidemia de trastornos de juego en la sociedad. Se sugieren estrategias preventivas desde una perspectiva de salud pública, implementando medidas que limiten la disponibilidad y accesibilidad a los juegos de azar, especialmente aquellos más propensos a causar adicción.
El estudio completo puede encontrarse en BMC Public Health
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