Sin embargo, desde la propia área de adicciones municipal, han dicho: “Se estima que el tiempo que transcurre desde que se empieza a apostar hasta que se desarrolla la adicción ronda los 4 años”.
Lo que, en la línea de lo que decían varios reguladores, por ejemplo en el último Foro del Bingo en Logroño, tiene quizá una cara positiva: si los padres se implican con el control del ordenador y del móvil, y si la industria consigue impedir el acceso con controles rígidos en la identificación, como los hay en el juego presencial tradicional, es realmente difícil que los menores tengan tiempo físico de desarrollar un trastorno de este tipo. Y si además se les forma, como con estos talleres, el juego responsable tiene mucha mejor base.
“Hemos aplicado el programa de prevención Ludens, creado por la Facultad de Psicología de la Universitat de València expresamente para prevenir este trastorno”, comentan también desde el Ayuntamiento.
El concejal Carles Silla, del área de Drogodependencias, ha apoyado la iniciativa: “Muchos menores no son conscientes del riesgo que entraña empezar a apostar. Por eso, la mejor herramienta para evitar nuevos casos de ludopatía es la información entre los más jóvenes”.