A pesar de la falta de datos empíricos y del escepticismo de los expertos, la Organización Mundial de la Salud propone el abuso de los videojuegos como transtorno del juego. De todos modos, la propia OMS reconoce que existen pocas evidencias y recuerda que "los estudios sugieren que el trastorno de juego afecta solo a una pequeña proporción de personas que participan en actividades de videojuegos". Por suerte, contamos con las declaraciones y lucidez de Jerónimo Sáiz, jefe del servicio de psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid que arroja un punto de vista acreditado sobre la adicción al juego...
Aunque el
artículo publicado en Público.es deja claro que la medicalización de los problemas no es una solución y que el motivo por el cual se incluye que el abuso de los videojuegos como transtorno del juego es precisamente el intentar analizar más a fondo este tema ante la asuencia de datos empíricos, lo cierto es que desde ahora
la llamada adicción a los videojuegos, ya está incluida en la 11ª edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como parte de los “trastornos del juego”.
La propia
OMS anuncia que el trastorno del juego, con sus variantes en línea y fuera de línea, ha sido incluido como un "
síndrome clínicamente significativo y reconocible, cuando el patrón de comportamiento del juego es de tal naturaleza e intensidad que resulta en marcada angustia o deterioro significativo en el funcionamiento personal, familiar, social, educativo u ocupacional”.
Ahora, los trastornos de juego, a partir del abuso de los videojuegos o juegos digitales (en línea o no), se describen a partir de “un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente” que se manifiesta por:
1) Control alterado de los juegos, con especial foco en la frecuencia, intensidad, duración, terminación y contexto.
2) Aumento de la prioridad otorgada a los juegos en la medida en que los juegos tengan prioridad sobre otros intereses de la vida y las actividades diarias.
3) Continuación o escalada del juego a pesar de la ocurrencia de consecuencias negativas.
La guía establece que el patrón de comportamiento —continuo o episódico y recurrente— ha de ser “
de suficiente gravedad como para causar un deterioro significativo en las áreas de funcionamiento personal, familiar, social, educativo, ocupacional u otras áreas importantes”.
La organización afirma que se han reportado casos clínicos de comportamiento de juego que conducen a angustia o deterioro significativo” para quienes sufren esta adicción, normalmente detectables a partir de los 12 meses.
No obstante, algunos expertos se muestran cuando menos escépticos.
Jerónimo Sáiz, jefe del servicio de psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y catedrático en la Universidad de Alcalá de Henares, comenta a Público, en conversación telefónica, que “
existe mucho debate en general con éste y con otros trastornos que tienen que ver con el mal control de impulsos y adicciones de otros estilos”.
“
Hasta ahora la Asociación Psiquiátrica Americana había aceptado la ludopatía, el juego patológico, pero luego han surgido todas estas otras adicciones comportamentales al uso de tecnologías, redes sociales, trabajo, sexo [un tema éste que, particularmente, considera muy “difícil de estudiar”], compras….
Y creo que no son comparables”, sostiene Sáiz.
Ya desde 2014 la OMS está atenta a las implicaciones para la salud pública del uso excesivo de Internet, ordenadores, teléfonos inteligentes y dispositivos electrónicos similares, como respuesta a las preocupaciones expresadas por grupos profesionales, centros colaboradores de la OMS, académicos y especialistas clínicos sobre las consecuencias sanitarias del uso y abuso de estas tecnologías.
No obstante, la propia OMS recuerda que “
los estudios sugieren que el trastorno de juego afecta solo a una pequeña proporción de personas que participan en actividades de vídeo digital o de videojuegos”.
“
Desde la experiencia clínica sabemos que en relación con la ludopatía, la posibilidad de jugar online ha disparado el problema, eso es evidente”, comenta Sáiz, que añade: “Yo sinceramente no creo que sea correcto hablar de adicción a los videojuegos, en tanto que una adicción es una enfermedad, y una enfermedad es otra cosa, no es simplemente un deslizamiento a un mal control o una voluntad laxa”.
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Público
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