El Jackie Pot

Al entrar, atentísimos en la puerta, café exquisito, decoración navideña y el fabuloso y cordial Julio, responsable de todo Castilla y León que estos días estará en Valladolid supervisando la reinauguración: “El maxibingo vuelve a coger fuerza y vamos a remodelar las Salas. El Bingo Olid se ha reformado, redecorado. Estamos trabajando en una imagen nueva del grupo Ballesteros que podría ser ésta, una imagen que nos identifique: colores, moquetas, estructura, forma”. Y añade: “Tenemos en Palencia otro Salón terminado a punto de abrirse. El de Ávila se está reformando con la misma estructura”. “Hemos conseguido que los nuevos Salones sean muy visibles por color y vida. Que se conviertan en un espacio de ocio. Tienes máquinas, bingo, toda la oferta posible. Lo importante es que vengan y disfruten. Aquello de escondernos ya pasó. Estamos en ciudades pequeñas… ‘cuidado que me ve la vecina’, aquí esto ya está superado”.
“El jefe no para. Es bueno para la empresa. Tiene una gran vitalidad. Es una de esas personas que se han hecho a sí mismo, ha crecido con el bingo y le tiene un cariño terrible. Hablamos todas las noches para ver cómo van las salas”.

El Jefe no para, no. Es un verdadero hombre de negocios, con talento de verdad (así me lo reconoce Fernando Prats, textualmente, en muchas ocasiones): El verdadero empresario de la Industria. Mientras hablo con Julio, pasan tres chicos y una chica muy jóvenes. Me acerco. Tienen 19 años y visten a la última: “Es la primera vez que entramos en un Bingo”. “Y vais a jugar también a otra cosa? ¿Apuestas?”. “No. Vamos a jugar al Bingo”.

Julio sigue contándome la idiosincrasia de cada local: “En las apuestas, por ejemplo, en Salamanca funcionan una barbaridad. Los chinos con las apuestas es la locura. Aquí en Valladolid, son chicos. Hay una cosa que funciona muy bien: el tándem Ruleta y Apuestas; funciona de maravilla. A los jugadores de las máquinas B3 hay que esconderlos, no les gusta estar a la vista de nadie”.

Pero lo mejor de todo, es que en la zona B3 hay un ángel de Zitro, Patricia, que en estos días de reinauguración atiende con dulzura y exquisitez a los clientes, los nuevos y los de toda la vida. Los jugadores la quieren y ella lo disfruta.

Sigo con Julio: ¿Y cómo es el trasvase de clientes en una misma sala de Apuestas a Bingo? “La transición depende de cada Sala”, dice. “Bingo Valladolid por ejemplo tiene mucho volumen de juego y pocas apuestas. Aquí al revés: buscan 17 apuestas por un euro. Depende de las salas. El día de diario vienen y se juegan su apuesta de un euro y luego se van. Durante el fin de semana vienen con la novia y sus diez euros para tomar la copa. La copa no les falta. Poco a poco parece que la gente joven va entrando. Tampoco es un revulsivo ni cambio de tendencia, ni hay rechazo. Se está convirtiendo en algo normal, como la quiniela; las apuestas no están mal vistas”.

“El concepto se está dando la vuelta, creo que hemos acertado. No se hace de un día para otro, como todas las cosas”, sentencia Julio. Pero mi sensación fue placentera, acogedora y llena de sorpresas. Tras hablar con un entusiasmado Julián Pérez, me fui con cierta tristeza. Hacía frío fuera. Y el calor de un Bingo es el de estar como en casa, rodeado de amigos, el lugar que siempre te espera y en el que siempre estarás bien. Dentro dejé al grupo de jovencitos en la Sala de bingo y otros cuatro chicos y una chica que disfrutaban de la orgullosa Ruleta Lumina. Suerte a todos.