Fernando Savater: “Hay que proteger a la infancia, pero no hay que tratar a todos los ciudadanos como si fuesen infantes”

Comenzó explicando que “la ética no es lo que se impone desde el gobierno” pues la “ética es algo que uno se impone a sí mismo; si te lo impone otro ya no es ética, es una obligación”. Recalca entonces que “la ética es la reflexión que uno mismo hace sobre su libertad”.

También, Savater distancia a la ética de las necesidades pero la relaciona con el deseo, como puede ser el deseo de obtener placeres diferentes a los rutinarios. Y es así, como llega al tema del juego, que afirma es “uno de los antiguos placeres humanos”, que si bien ha ido cambiando, ha estado presente desde el principio de los tiempos.

Al ir avanzando en sus reflexiones, es muy explícito al decir que “las dos fuentes de deseo humano más fuertes son el dinero y el sexo”. Al respecto, dice que se han convertido en objetivos a alcanzar, además de ser: por un lado, un instrumento de reproducción; y, por otro, un mecanismo de intercambio. Aclara entonces que “El dinero en sí mismo no da felicidad, pero pensar lo que podemos obtener con él, nos hace felices”, por lo que se trata de un sentimiento abstracto.

Es entonces cuando llega al tema de las tentaciones, y explica que “una de las características más importantes de nuestros tiempos, es que vivimos rodeados de tentaciones, cosas que nos atraen pero nos asustan”. En el caso del juego, lo relaciona con la tentación que trae la idea de la victoria económica “y sentirte elegido por el destino cuando ganas”.

Savater subraya que “la gracia está en que existan tentaciones y ser maduro para no caer”; sin embargo, los Estados protectores y controladores quieren hacer creer a las personas que no deben preocuparse de las tentaciones, que ellos los protegerán.

En consecuencia, opina que “o se prohíbe todo, para volver a vivir como lo hacían los monjes, porque se han suprimido todas las cosas que podrían gustarnos y vivimos como Diógenes sin necesidad de nada, o podemos aprender a educarnos a vivir con las tentaciones”. En la misma línea, considera que “en una sociedad tan compleja como la actual, las leyes tienen que defendernos incluso de nosotros mismos. Hay que proteger a la infancia, pero no hay que tratar a todos los ciudadanos como si fuesen infantes”.

También, tuvo palabras sobre la percepción negativa hacia el juego, y explicó que la sociedad muchas veces crea un entorno de menosprecio a muchas partes que le crean placer y comparte el siguiente ejemplo: “Los bares son peor vistos que las universidades, pero sin embargo la gente va con mucho más ánimo a los bares”. Y para concluir, afirma que “la administración no se mete en cuestiones éticas, no quieren depender de la libertad de los ciudadanos, quien obligar a que se porten bien”.