Jóvenes sevillanos: "Nos da igual ver un salón cerca o no verlo. El que quiere jugar, lo hará"

Tenemos que destacar que se estableció ayer por la mañana, en aquel polideportivo, un gran ambiente de complicidad. Los chavales estaban dispuestos a hablar de sus experiencias con sinceridad. Por mi parte, de lo que allí hablé y me dijeron, ninguno había jugado con dinero real aunque conocían algunos más mayores que a veces iban. Los jóvenes con los que hablé no habían entrado jamas y tampoco se sentían saturados por ver muchos salones. Tal cual. 

Les pregunté qué les parece el establecimiento de distancias mínimos entre salones y centros educativos. Y comentaron literalmente: "nos da igual tener un salón enfrente o a kilómetros". En este sentido, aseguraron que "quienes tengan problemas con el juego no van a dejar de jugar por tenerlos lejos". Apabullante lógica.

Por otro lado, me destacaron que era muy importante este Proyecto FES. Parecían contentos: puede "concienciar a los jóvenes para que así puedan distinguir entre lo que está bien y lo que está mal".

Honestamente, desde mi punto de vista, no creo que ninguno de los jóvenes allí presentes tuviera problemas con el juego con dinero. Juegan a videojuegos y las chicas utilizan más las redes. Eso quedó claro. Y también era evidente su cierta expresión de incredulidad al personalizar en ellos un asunto que no está en su día a día y desde luego no es uno de los problemas que puedan ahora entorpecer un crecimiento personal saludable.

Resulta desolador que los políticos hagan carne de cañón con estos chavales tan sanos, inteligentes y que están sufriendo tanto. Nos estamos olvidando que quizás son ellos, unos de los que más están padeciendo e interiorizando este año de horror que llevamos. Las mascarillas todo el día en el colegio, el ambiente de crispación en casa, la frustración de que haya menos dinero en la familia, el paro, la hostilidad en televisión, los políticos que no aportan sino que desgastan... Debe ser muy duro. Por eso ayer, todo lo que allí pasó, la complicidad y la cercanía y el trabajar juntos, fue tan importante. Y uno de los que más colaboró a eso fue el Consejero Juan Bravo quien, pelota en mano, pedía a los chicos que les contara cosas, qué necesitaban, que querían en qué podían ayudarles. Así ¡sí!