Hace una semana asistía en Bilbao a la fiesta de inauguración del nuevo casino de Luckia en Bilbao. Al día siguiente, a media mañana, para reponer fuerzas y constatar un presentimiento, me dirigí al sitio donde se come una de las mejores tortillas de España, o al menos, de Euskadi.
El Concha-1, el salón de José Félix Sanz, a pocos metros del nuevo local que el día anterior protagonizó la noche social en Bilbao, se encuentra el epicentro mañanero gastronómico de vecinos, trabajadores, mujeres y hombres, que se apoyan en su barra para pedir “una ibérica”, “una de champiñones”, “una de calabacín,.. y allí estaba yo.
Entre máquinas, ruletas y tortillas. Suculentas, perfectas,… tortillas continuamente repuestas… muchas para llevar, placeres de clientes habituales entre saludos cómplices, guiños cotidianos y un mirarse entre perfectos camareros al servicio de fieles y agradecidos clientes. Me sentí como una más, de las habituales, saboreando una de la mejores tortillas que he comido nunca, ni muy líquida ni muy dura; con o sin cebolla, un paraíso que ya quisiera cotidiano.
Comí dos y otra para llevar:
De primero, con champiñones y ali oli (con la cantidad perfecta para hacer aún más sublime la tortilla):
De segundo, de calabación con queso y jamón (untuosa y con calabacin al dente):
Y de postre, un bocadillo para llevar (bien grande) que me metieron en una bolsa de
Aupa Atletic y que me trajo Bilbao y el salón de José Félix Sanz a cenar en casa.
Eskerrik asko querido José Félix
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