TESTIMONIO DIRECTO:
"La falta de control en la venta de juegos de la ONCE permite que cualquiera pueda comprar un rasca, aunque esté autoprohibido"

 La Voz de Asturias recoge el testimonio de uno de estos vendedores que afirma:


"Al principio, era solo un juego ocasional, pero los rascas, con su gratificación instantánea, me atraparon”, confiesa. La situación se agravó con la aparición de nuevos tipos de rascas en el mercado, lo que incrementaba la tentación a su alcance. "Empecé con alguno suelto, pero después, el deseo de recuperar el dinero gastado me impulsaba a seguir jugando”, relata.

Su profesión le permitía tener acceso directo a los juegos, lo que generaba una peligrosa exposición diaria. “Me llevaba los productos a casa, tenía al enemigo en mi propia mesa de trabajo”, comenta. Para Álex, la pandemia y el confinamiento intensificaron su adicción, especialmente con la posibilidad de jugar en línea sin salir de casa.

Las asociaciones de ayuda a jugadores en rehabilitación como LARPA en Asturias advierten que el problema de adicción entre los vendedores de juegos de azar es más común de lo que se cree, en especial en la ONCE. La exposición constante y la falta de control sobre el acceso a los productos hacen que muchos terminen desarrollando adicciones graves. "El gran problema es que, al no haber restricciones, es muy fácil caer en el juego. Como vendedor, tenía todos los productos a mano, lo cual es un riesgo constante", explica.

Álex denuncia que los vendedores de la ONCE, aun estando autoprohibidos en otros juegos de azar, pueden seguir accediendo a los rascas sin dificultad. “La publicidad y la accesibilidad a estos productos hacen que la tentación sea constante y que muchos terminen enganchados. Necesitamos mayor control y protección en este ámbito”, reclama. VER REPORTAJE COMPLETO