La resolución que reconoce el valor patrimonial del palomar de El Ranero nos ha cautiva por su bellísima redacción, llena de riqueza estilística y sensibilidad histórica
Entre las habituales notificaciones administrativas que pueblan los boletines oficiales, hoy brilla con luz propia una verdadera pieza literaria. La Dirección General de Patrimonio Cultural de la Región de Murcia ha publicado este martes, 8 de julio, la resolución por la que se declara bien inventariado el Palomar de Villa Carmen, ubicado en El Ranero (Murcia). El texto, además de cumplir con los requisitos técnicos de rigor, sorprende por su exquisita redacción, su cadencia casi poética y su honda sensibilidad hacia el patrimonio vernáculo.
La resolución, una joya rara en los boletines diarios, no solo describe la estructura del inmueble, sino que traza un recorrido histórico y cultural por la arquitectura tradicional, las funciones económicas y simbólicas de los palomares y su conexión con las raíces romanas e islámicas de la Península. El Palomar de Villa Carmen, construido en 1929 y considerado una evocación de la Torre del Oro, es presentado como un ejemplo vivo de cómo lo utilitario se transforma en belleza.
A continuación, se reproduce íntegramente este documento, cuya lectura es, por sí sola, un homenaje al patrimonio y a la palabra:
Anexo a la Resolución de la Dirección General de Patrimonio Cultural, por la que se declara bien inventariado el Palomar de Villa Carmen en El Ranero, Murcia.
Descripción y datos históricos
Nuestra geografía está salpicada de humildes joyas patrimoniales, de ejemplos casi anónimos de arquitectura vernácula, que nacieron con una finalidad económica y acabaron siendo inspiración de pintores y poetas.
El revoque de los muros se denomina embarrado, enlodado o enfoscado, y se trata de una labor fundamental para proteger los muros frente a las inclemencias del tiempo, agua y el hielo que pueden llegar a quebrar los muros. La lluvia y las fortísimas temperaturas del verano son otros enemigos contra los que el embarrado forma un manto protector. Se aconseja que la tierra empleada para su elaboración no sea muy arenosa ni muy pedregosa, aunque debe contener una proporción de arena similar a la de arcilla. “Las arcillas y las margas son los tipos de tierra que van a aportar la textura necesaria para elaborar el adobe”.
Los palomares más numerosos son los de planta centrada o circular. En unos casos u otros, la construcción puede contar con un patio interior o no. Ese espacio es el dedicado a que los animales puedan beber y alimentarse. Siempre son cerrados, casi herméticos para impedir la entrada de roedores y depredadores, con una pequeña puerta de acceso y las troneras por las que entran y salen las palomas.
El palomar de Villa Carmen es una encantadora construcción, similar a otras existentes en nuestra Región, que en el caso que nos ocupa se realizó en el año 1929, año emblemático de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, y que viene a ser un recuerdo o remembranza de la Torre del Oro. Se trata de un patrimonio popular heredado y mantenido a través de los siglos, en los que ha desempeñado una importancia relevante en la economía y la sociedad de cualquier comarca.
Aunque el empleo de las palomas y pichones hunde sus raíces en la historia más remota, los palomares de la Península Ibérica son herederos de la civilización romana. Llegaron a todos los rincones de Europa gracias al impulso del Imperio, y mucho se ha especulado sobre el parecido entre la vivienda latina y estas humildes casas que albergan palomas y pichones; y para ello podemos remitirnos a la historia de la arquitectura de Vitrubio donde hallamos esos vínculos existentes entre los preceptos de la arquitectura doméstica y los palomares. Y esos 3 principios son: firmitas, utilitas y venustas (resistencia, funcionalidad y belleza).
En Murcia son numerosos los palomares, alcanzando algunos el nivel de construcciones de gran belleza, donde descuellan no solamente estructuras armoniosas y de gran sentido práctico sino que en muchas se unen el sentido del gusto y la pervivencia de fórmulas utilitarias muy bien aprovechadas.
En el caso del Palomar de Villa Carmen, su importancia no reside en ser un ejemplo de arquitectura historicista, que no lo es, sino demostrar la pervivencia de unas fórmulas populares y unas tipologías explícitas. Obras como el palomar de la Barraca en Albudeite, el Castillo de D. Mario de Fortuna, el palomar de la Santa en Totana, el de La Torreta en Roche, el de Lo Vallejo en Los Alcázares, el de Rambla Salada, el de Archivel, el de Los Torrijos de Balsicas y este último, el Palomar de Villa Carmen en Avenida Miguel de Cervantes, seguramente relacionado directamente con el jardín donde se ubica.
Muchas de estas construcciones se integran en un conjunto de casas de labranza entre las que destaca un torreón de carácter defensivo, y una ermita. El torreón hay quien le atribuye uso defensivo y hay quien lo toma por palomar. Estos forman parte del paisaje murciano desde tiempos remotos y se tienen datos de las severas medidas adoptadas por los alfaquíes bajo la dominación islámica para controlar los juegos de azar colombófilos no permitidos por la observancia mahometana.
Otras veces, la estructura cúbica y cubierta a cuatro aguas con teja alicantina, anexa a una vivienda plurifamiliar y sobresaliendo en altura por encima de la misma, con aspecto de torre, no es sino un palomar.
La estructura arquitectónica del citado palomar responde a una misma tipología constructiva, común en todos los de su naturaleza, de aspecto turriforme, con ventilación interior proporcionada por dos vanos triangulares, generalmente orientados al sur y levante, en los que, a manera de celosía, se abren múltiples piqueras o ventanitas también triangulares por donde las palomas entran y salen sin dificultad alguna.
En algunos casos nos encontramos ante una auténtica casona o gran edificio rural que mantiene su estructura inicial sin ninguna remodelación y que conformaría una gran casa rural de grandes dimensiones, de dos alturas y que remata coronada por una torre que haría de palomar.
Justificación
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, procede declarar como bien inventariado el palomar de los antiguos jardines de Villa Carmen en El Ranero (Murcia), a los efectos de la Ley 4/2007 de 16 de marzo de Patrimonio Cultural de la Región de Murcia en su artículo 5:
“Los bienes culturales que, pese a su destacado valor cultural, no merezcan la protección derivada de su declaración como bienes de interés cultural o de su declaración como bienes catalogados por su relevancia cultural, serán clasificados como bienes inventariados e incluidos en el inventario de bienes culturales de la Región de Murcia”.
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