Estoy preparando el papeleo para integrarme con InfoPlay en la corte de socios de jdigital y he visto con asombro que entre mis futuros compañeros también se halla ese conspicuo y ubicuo laboratorio GLI, que, como si nada, está integrándose en nuestras asociaciones sacando a relucir entre más de uno el dilema entre la “ética y la estética”, “el juez y parte”, y el tufillo que levanta o no. Si es que somos muy mal pensados.
Convendrán conmigo también en que entre nuestros movimientos asociativos y sus figuras algunos levantan más fobias que otros. No lo nieguen.
Este fin de semana departía con un tangencial amigo sectorial la “inactividad”, decía él, de CEJUEGO. Bastante atónita por la afirmación llegué a la conclusión de que esto es lo que pasa cuando algunos no dejan de aparecer en la foto y otros hacen labor trabajosa y en silencio, pero igual de efectiva. No me cabe duda. Sin ir más lejos, pregunten a los de la Hípica en Baleares y sus querencias por gestionar las apuestas encontrándose de bruces el lobby sano ejercido por esta asociación.
Sin embargo, ahora hace un año, Alejandro Landaluce salía de gira por los medios generalistas para invocar a la bajada de impuestos consiguiendo que el ABC nombrara a Cejuego, “la asociación más importante del sector”. ¿Dónde ha quedado esta honrosa labor? Argumentos no faltan para volver a salir en escena. Y me pregunto por qué Club de Convergentes no ha virado por hacerse visible y fuerte fuera de la Industria.
Y así seguimos. Cejuego ha cumplido tres años ya. Pero no tenemos interlocutor real. Con la ONCE pisándonos los talones por hacerse valedor del Juego Responsable mundial y, seguramente que anhelando contar para sí con intelectuales tales como Germán Gusano, José Ignacio Cases o Jose Antonio Gómez Yáñez que elevan nuestro listón de industria seria a la estratosfera mediática. Y todo gracias a Codere y al empeño de José Antonio Martínez.