La noche de ayer, viendo los convulsos resultados de las elecciones andaluzas llegó un rayo de inteligencia a través de la nota de prensa de ANESAR. Enviaba por correo electrónico un programa para el Congreso que transmite verdadera convicción de entendimiento, voluntad de trabajar unidos, de diálogo con todas las vertientes políticas, con otros operadores nacionales … porque todos somos Industria, todos somos juego, SELAE, la ONCE, los operadores privados. Todos hilvanamos una tarea en busca de la prosperidad, de la riqueza social y del progreso en crecimiento y en conjunción con los partidos que han de gobernarnos.
Puntualizando que debemos también mirar a VOX e invitarle a conocer los números de una Industria impecable, es una idea extraordinaria aunarse con todos los protagonistas de la actividad. Y la prensa sectorial no debe ser menos.
Las noticias negativas de SELAE y ONCE no aportan nada más que descrédito y así lo saben estos operadores galácticos. También lo saben nuestros agentes del sector privado. Igual que El Corte Inglés no publica noticias de atracos, no sé qué pintan noticias (anecdóticas, al fin y al cabo) que echan tierra al sector magnificando una situación que por otro lado se da en todas las actividades comerciales y con exposición al público.
SELAE y ONCE han normalizado el Juego, lo han socializado y estas son las grandes hazañas a las que hay que sumarse. La ministra Montero utiliza la imagen impoluta de SELAE para conmemorar con un décimo especial los 40 años de la Constitución. La ONCE premia a la Reina Sofía, a la solidaridad, al compromiso. Efectivamente, los grandes pilares del país son un gran incentivo para seguir sosteniendo España y la Industria del Juego privada no debe estar al margen. El mundo nos mira, los grandes fondos quieren invertir, la banca quiere financiar, el sector del juego español debe exhibir su transparencia, su buena gestión y su compromiso diario y trabajo constante y duro con las Administraciones.
Ahí están Cristina García, María José Gallardo, Carlos Duelo, embajadores excelentes a los que hay que poner una alfombra impoluta, blanca e inmaculada para que sigan trabajando por la industria con la cabeza bien alta y con una prensa responsable.