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ARTÍCULO DE OPINIÓN DE PEIO DE FRUTOS para NUESTROS LECTORES

Como la Ley Seca de hace un siglo consiguió lo contrario: aumentar el consumo de alcohol y la aparición de locales ilegales

 
Peio de Frutos nos ofrece en exclusiva para nuestros lectores este artículo colosal. Con la maestría de su pluma y la inteligencia de su relato, el secretario general de la Asociación de Salones de Euskadi, nos relata el paralelismo entre la época actual y la Ley Seca promulgada en 1919 en los Estados Unidos de América.

Aquella Ley consiguió todo lo contrario que perseguía: aumentó el consumo de alcohol, multiplicó los bares clandestinos y fomentó la criminalidad. También nos recuerda que el senador Volstead que dio nombre a la Ley nunca llegó a ser reelegido.

LEAN, LEAN...

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COINCIDENCIAS Y EFEMÉRIDES
THE ANTI SALOON LEAGUE & THE VOLSTEAD ACT
«Esta noche, un minuto después de las doce, nacerá una nueva nación.

(…) Se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno.»
Senador Andrew Volstead, enero de 1920


Aquel 19 de enero del año 2020, mientras los donostiarras preparábamos los tambores para celebrar la fiesta de nuestro patrón, San Sebastián, ajenos al confinamiento domiciliario que nos llegaría un mes después, se cumplían cien años de la ratificación por el Congreso de los EE.UU. del Acta Volstead, dando lugar a la decimoctava enmienda de la constitución norteamericana.

El Acta Volsted se publicó en EE.UU. cuando el mundo acababa de finalizar la primera gran guerra y estaba saliendo de la pandemia causada por la variante H1N1 del virus de la gripe A, más conocida como “gripe española”, que se declaró en 1918 y dejó tras de sí a más de treinta millones de muertos.

El “Acta Volstead” se estuvo gestando durante decenas de años. Muchas organizaciones se crearon para apoyar su publicación, creando el denominado “movimiento por la templanza”: The LinconLee Legion, The Prohibition Party, The Scientific Temperance Federation, Women's Christian Temperance Union, The World League Against Alcoholism y The Anti-Saloon League.

Las asociaciones del “movimiento por la templanza” fueron muy activos en sus acciones de boicot y en sus comunicaciones panfletarias (entonces no existía Twitter), focalizando sus esfuerzos en conseguir que políticos electos de todos los estados y de todos los partidos apoyasen su causa.

Difundieron relatos con datos infundados y anécdotas increíbles, que se extendieron como la pólvora en la mente de los ciudadanos, admitiéndolas como ciertas y generando una gran alarma social, que les hizo ganar rápidamente muchos seguidores para su causa. Las mujeres exculpaban a sus maridos. El alcohol era el único motivo de que sus maridos, pobrecitos, las maltratasen. El alcohol era el chivo expiatorio de todos los males de la sociedad; así consiguieron generar una corriente mayoritaria de opinión favorable al Acta Volstead.

Las organizaciones del movimiento por la templanza presionaron a los políticos para que estableciesen normativas para ayudar a los hombres, que no tenían fuerza moral para dejar de beber, y de este modo eliminar la violencia de género y crear una sociedad perfecta.

Muchos políticos, como Mr. William Anderson, vieron en la Anti Saloon league una oportunidad para avanzar en su carrera y abrazaron con entusiasmo la bandera de la templanza.

La industria, sin embargo, no percibió la amenaza hasta que fue demasiado tarde. Apenas hubo respuestas del sector a la agresiva propaganda del movimiento por la templanza. La competencia comercial entre las destilerías con las empresas cerveceras tampoco ayudó a frenar esta ola de puritanismo que iba apoderándose de la población de la época.

Las empresas cerveceras también competían entre sí para captar salones, bares y tabernas en su red de distribución. Las empresas fabricantes, a cambio de la venta en exclusiva de su marca de cerveza, proporcionaban prestamos, decoraban las fachadas y tematizaban el interior de los locales. De esta forma los salones, tabernas y bares se convertían en sirvientes dependientes, franquicias en exclusiva de las grandes empresas cerveceras. Se incrementaron los anuncios y la publicidad estática en las calles de todo el país, con el consiguiente enfado y rechazo de los miembros del “movimiento por la templanza” y la “Anti-Saloon League”.

En 1920 el senador Andrew Volstead, y el movimiento por la templanza se las prometían muy felices. Con la prohibición del alcohol se esperaba que las ventas de bienes de consumo, ropa y electrodomésticos aumentase considerablemente. Los empresarios esperaban incrementar la productividad de sus “empleados sobrios”. Los agentes inmobiliarios y los propietarios de inmuebles esperaban que, con el cierre de los salones y bares, los barrios ganarían prestigio y se incrementaría el precio de la venta y de los alquileres. Los fabricantes de zumos y bebidas no alcohólicas esperaban experimentar un gran crecimiento en sus ventas. Los teatros y locales de espectáculos esperaban ver entrar por sus puertas aglomeraciones de gente “pura”, ansiosa por disfrutar de otra manera de su ocio “bueno”, sin beber alcohol.


Pero…nada de esto ocurrió.

Los teatros y locales nocturnos perdieron gran parte de su público. Los restaurantes tuvieron que cerrar al no poder obtener otra fuente de ingresos que les compensara la parte que obtenían con la venta de alcohol. Y de los otros beneficios que predijeron que ocurrirían, de hecho, nunca sucedieron.

Los efectos económicos de la prohibición fueron desastrosos. A los políticos se les olvidó que las empresas fabricantes, las destilerías y las cerveceras que producían alcohol estaban ubicadas en grandes fábricas repletas de miles de trabajadores, que perdieron sus empleos. Y que estas empresas estigmatizadas porque “vendían muchos millones de dólares en alcohol”, con su cierre dejaron de pagar también millones de dólares en impuestos y tasas.

Pero no fueron sólo las destilerías y los fabricantes de cerveza los que sufrieron el Acta Volstead. Los establecimientos cuya actividad principal era la venta de alcohol como las tiendas de licores, los Bares, Salones y Tabernas tuvieron que cerrar sus puertas dejando miles de camareros sin trabajo y miles de locales vacíos creando una imagen de desolación en las calles de los barrios y provocando una caída de los precios de los inmuebles. Además del incremento del comercio Ilegal, de la delincuencia, de la corrupción y de la inseguridad ciudadana.
 

Se estima que la Acta Volstead echó el cierre a más de doscientas destilerías, miles de cerveceras, unas 170.000 tiendas de licores y un indeterminado número de bares y restaurantes. La vida nocturna cayó estrepitosamente y muchos “night-clubs” y salas de baile tuvieron que cerrar porque su viabilidad dependía en gran parte por la venta de alcohol.

En 1932 el millonario John D. Rockefeller, ferviente seguidor del movimiento por la templanza, que había apoyado con entusiasmo la prohibición, comentó: “En general ha aumentado el consumo de alcohol, se han multiplicado los bares clandestinos y ha aparecido un ejército de criminales".

Muchos estados dependían de los impuestos y las tasas del alcohol para completar sus presupuestos. En New York gran parte de los ingresos de la época provenían de las tasas del alcohol. Con la publicación del Acta Volstead estos ingresos desaparecieron al instante. Y el fisco tuvo que incrementar otros impuestos para poder cubrir su presupuesto. A nivel Federal se perdieron más de 11.000 millones de dólares de ingresos en tasas de alcohol y se incrementó el gasto público en más de 300 millones anuales para poner en marcha la ley seca y hacer frente al incremento del comercio ilegal de alcohol y a la delincuencia generada.

Los economistas, incluso los de la escuela de Chicago, aplaudieron con las orejas la aprobación del Acta Volstead, pronosticando un espectacular crecimiento económico y desarrollo social.

Ahora, a toro pasado, explican lo sucedido en términos de elasticidad. Porque la demanda de alcohol es muy poco elástica, dicen. Los economistas hablan también de las elasticidades cruzadas entre diferentes bienes y servicios con diferentes niveles de elasticidad en su demanda.

Dicen que una incorrecta estimación del comportamiento del consumidor ante restricciones de la oferta de bienes y servicios de baja elasticidad en su demanda directa o cruzada puede provocar efectos sociales y económicos no deseados.

Quedan muy pocas dudas, dice el historiador Michael A. Lerner, de que el Acta Volstead fracasó en la consecución de los objetivos para la que fue promulgada, y sus consecuencias inesperadas crearon problemas mayores que los pocos beneficios que se consiguieron.

La conclusión nos proporciona una doble lección: Vigilemos con cuidado las soluciones que traigan consecuencias peores que el problema que intentan corregir y evitemos hacer experimentos, por muy nobles que sean.

Aprendamos a no tropezar dos veces con la misma piedra (o parecida).

No se si han detectado ustedes alguna coincidencia, aunque la efeméride, creo que ha quedado clara: Yo personalmente el 19 de enero, a las 12 de la noche, si la pandemia me lo permite, lo celebraré en mi ciudad, al son de la música del maestro Sarriegui: ¡¡¡ Gora Donostia.!!! ¡¡¡ Viva San Sebastián!!!. Y espero no acordarme de Mr. Andrew Volstead. (Que por cierto no volvió a ser elegido senador)



Peio de Frutos
Junio 2021
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