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GERMÁN GUSANO SERRANO escribe sobre los prejuicios que refuerzan los intereses políticos

 
GERMÁN GUSANO SERRANO nos vuelve a regalar un gran artículo donde reflexiona sobre los prejucios que se quedan establecidos por conveniencia. Nuestro polítologo explica como se tiende a aceptar "todo aquello que refuerza nuestros intereses y evitamos lo que nos resulta incómodo, aun siendo verídico".
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Juegos de azar: prejuicios y rumores


El prejuicio negativo es una declaración de opinión con emociones y sentimientos de desprecio u odio. Así se manifiesta su componente cognitivo, el estereotipo, como reproducción mental de una realidad sobre la que se generaliza usando creencias muy superficiales. Su elemento comportamental, la discriminación, pretende materializar el estigma. Así se conforma una tríada perfectamente impermeable a cualquier argumentación racional en su contra.

Inicialmente, la psicología social lo consideró una forma de enfermedad mental, sin embargo, posteriormente se demostró que es una experiencia casi universal. Algunos se adquieren socialmente por la presión existente, facilitando sintonizar con un concreto entorno. Otros, culturalmente, al considerar una causa como justa sin profundizar en su conocimiento. Los significados queridos se conectan fácilmente mediante estímulos emocionales. Se construye una información para condicionar la realidad y calificar negativamente experiencias bajo un prisma grupal afín.


Sin entrar en detalles, en España, en torno al 80% de la población adulta participa en los diferentes juegos autorizados. Conforme indican estudios de distinta procedencia, un porcentaje altísimo disfruta una experiencia moderada y agradable de entretenimiento. Las exigentes normativas y los controles establecidos reflejan el cumplimiento normativo, lo cual desvirtuaría teóricamente multitud de críticas. Sin embargo, en la práctica es complicado desalentar el debate social debido a las continuas manipulaciones e interpretaciones malintencionadas. Allport (“La naturaleza del prejuicio”) lo define como una antipatía basada en una generalización inflexible y errónea por la interacción de distintas variables personales. Por tanto, son actitudes repletas de subjetividad que pretenden un descrédito grave, sin contrastar datos ni atender evidencias científicas.


Un gran problema que enfrentan los juegos de azar privados son los prejuicios difundidos mediante murmullos alimentados ideológicamente y favorecidos emocionalmente por la exposición pormenorizada de historias dramáticas, por supuesto importantes, pero cuya génesis se le atribuyen exclusiva y equivocadamente. Aunque sea reiterativo, es necesario insistir en que la actividad no es dañina por sí o en sí misma, sin embargo, una participación individual descontrolada sí lo es.


Bajo el imperio de la ley y la libertad, debería activarse una alerta social cuando por motivos arbitrarios y con datos manipulados se pretende mancillar a un sector económico privado mientras su versión pública, despreciando la objetividad, parece poseer una pátina con efecto blanqueador, protector y purificador.


Entre otros autores, Knapp (“La psicología del rumor”) señala que no siempre sabemos si estamos ante la descripción de un hecho real o el engendro creativo de alguien. Una noticia “cocinada” en medios de comunicación, de reputación inicialmente intachable, se suele tomar como una prueba indudable. Esta circunstancia se complementa con la incapacidad o desinterés en verificar y transmitir los hechos fidedignamente. Por tanto, se omiten, eliminan o exageran interesadamente ciertos detalles. El bulo crece como parte de una propaganda política encubierta que propicia la transmisión de rumores nocivos sobre los que consideran sus adversarios de pensamiento.


Las entidades, con mayor frecuencia y empeño, interactúan y se sensibilizan con su entorno más directo. Sus acciones pretenden ampliar su labor social, mejorando la transparencia y su reputación, sin embargo, continúan sin modificar determinadas concepciones personales. Es decir, se materializan los riesgos que provocan los prejuicios latentes respecto a las opciones de ocio y los infundios constantes sobre una concreta actividad de entretenimiento. El sector del juego privado está comprometido con la sociedad, aunque existen determinados obstáculos ideológicos que parecen insalvables.


El mundo de las emociones, como las que se relacionan con ideas preconcebidas, el bienestar o la salud, puede conllevar una especie de fundamentalismo: la intolerancia y la hostilidad.


Gustave Le Bon (“Psicología de las masas”) habla de alucinaciones colectivas basadas en una credibilidad excesiva y contagiosa, sin sentido crítico, con sentimientos irresistibles, exagerados y simples, mostrando una incapacidad de racionalización y mucha imaginación, con individuos
que no distinguen la apariencia de la realidad.


La información nunca se procesa de forma neutral y algunas falsedades son difíciles de corregir porque, en su recepción y difusión, intervienen elementos que no operan a favor de la verdad pero sí del deseo. Cuando existe una visión particularmente oscura, cualquier mensaje que venga teñido de sombrías teorías tendrá mejor acogida que los iluminadores. Sunstein (“Rumorología”) afirma que las pruebas objetivas no siempre logran acabar con esas distorsiones, debido a dos mecanismos complementarios: la “polarización de grupos” y el “efecto cascada”.


¿Cómo resistirse a aceptar como válido algo que, aunque sepamos que es tendencioso o erróneo, reafirma nuestra posición o nos integra en un cierto grupo? ¿Qué función práctica puede tener el compromiso social corporativo ante supuestos ideologizados? ¿Hasta dónde pueden llegar los límites a la libertad de elección y a la responsabilidad del consumidor? ¿Dónde está el compromiso de los medios de comunicación de contrastar los hechos?...
Resumiendo, creemos todo aquello que refuerza nuestros intereses y evitamos lo que nos resulta incómodo,aun siendo verídico.


Inevitablemente y siguiendo a Einstein, parece más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio  a pesar de emplear responsabilidad social a mansalva. En los entornos controvertidos también existen pruebas fehacientes que desmienten creencias erróneas o cualquier invención, distinto es la disposición pública a considerarlas para desmontar los problemas que algunos construyen artificialmente.
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